Tuesday, September 12, 2006

CONFERENCIA 3 de 4 FRITZ PERLS


Cuatro conferencias[1] de Frederick S. Perls: 3 de 4

Tomado de:

Teoría y Técnica de la psicoterapia guestáltica
Joen Fagan e Irma Lee Shepherd (compiladoras) 1970/2003.
Amorrortu editores. Argentina. Pp.22-44



Tercera conferencia

Hoy quisiera tocar tres temas. El primero es la contestación de las preguntas que formula el paciente. Tal vez a ustedes les haya asombrado el hecho de que yo casi nunca conteste las preguntas durante la terapia; en lugar de ello, por lo general solicito al paciente que reformule la pregunta en forma de proposición. El signo de interrogación tiene un gancho que el paciente puede utilizar con muchos fines, como el de confundir a la otra persona, o, con más frecuencia, evitar descubrir qué es lo que realmente está sucediendo. Esta solicitud de apoyo ambiental mantiene al individuo en el estado infantil. Advertirán que nada desarrolla más la inteligencia que transformar una pregunta en una auténtica proposición. Súbitamente el trasfondo comenzará a ponerse de manifiesto y se hará visible el origen de la pregunta.

El segundo tema se vincula con los sentimientos de culpa. Según la teoría psicoanalítica, un paciente está curado cuando se libera de su ansiedad y culpa. Ya nos hemos ocupado de la ansiedad como miedo al público. El problema de la culpa es más simple aún: la culpa es el resentimiento proyectado. Toda vez que uno de ustedes se sienta culpable, hallará que hay un núcleo de resentimiento; pero el resentimiento, por sí solo, es una emoción incompleta: es un esfuerzo por mantener el statu quo, un aferrarse a lo que es; no le permite al sujeto liberarse en una renuncia que zanje la cuestión, ni tampoco mostrarse airado y agresivo y aclarar la situación. El resentimiento es el mordisco que se aterra y no suelta.

Quizás el hecho mental más difícil para un paciente sea perdonar a sus padres. Los padres nunca tienen razón; son demasiado duros o demasiado blandos, demasiado fuertes o demasiado débiles. Siempre hay algo que reprocharles. Y el sujeto alcanza el equilibrio entre los sentimientos de culpa (sentir que les debe algo) y el resentimiento (sentir que ellos le deben algo) mediante un fenómeno muy peculiar: la gratitud. La gratitud conduce al cierre de la cuestión: ninguno de los dos bandos le debe nada al otro.

El tercer tema a que quiero- referirme es la importancia de los sueños. El sueño es un mensaje existencial. Es algo más que una situación inconclusa, algo más que un deseo insatisfecho, algo más que una profecía: es un mensaje de uno mismo a uno mismo, a la parte de uno que está escuchando, sea cual fuere esta. Es posiblemente la expresión más espontánea del ser humano, una pequeña obra de arte que forjamos con nuestra vida; y todos los fragmentos del sueño, todas las situaciones que en él aparecen, son creación del propio durmiente. Por supuesto, algunos fragmentos proceden de la memoria o de la realidad, pero lo importante es: ¿qué lleva al durmiente a escoger ese trozo particular? Ninguna de las elecciones que se hacen en. el sueño es obra de la casuali (p.33) dad. Como en la paranoia, la persona que proyecta busca una percha donde colgar su sombrero. Cada uno de sus aspectos es una parte de la persona que sueña, pero una parte de la que en cierta medida se reniega, proyectándola en otros objetos. ¿Qué significa la proyección? Que nos hemos des-apropiado de ciertas partes de nosotros mismos, que las hemos enajenado de nosotros y colocado en el mundo en vez de tenerlas a nuestro alcance como potencial propio. Hemos vaciado una parte de nosotros en el mundo; por ende, debemos presentar agujeros, vacíos. Si queremos recuperar nuevamente esos trozos nuestros tenemos que apelar a técnicas especiales, que nos permitan reasimilar esas experiencias.

Cuando trabajo con un sueño, evito toda interpretación. La dejo a cargo del paciente, ya que considero que él sabe más sobre sí mismo de lo que yo puedo saber. Antes solía trabajar con todas las partes del sueño y recorrerlo de cabo a rabo; pero muchos pacientes tienen dificultades con la reidentificación, dificultades exactamente equivalentes al monto de autoalienación. Últimamente prefiero acortar el procedimiento: busco sobre todo los agujeros, los vacíos, las evitaciones.

El primer problema reside, pues, en descubrir qué es lo que el sueño evita. A menudo, es posible saber de inmediato qué es lo que el paciente evita averiguando en qué momento interrumpe el sueno y se despierta en lugar de continuar con él. Con suma frecuencia el durmiente quiere evitar la muerte, el ser asesinado, o el sexo. En verdad, creo que la cuestión de la supervivencia, del matar y destruir, es por lo menos tan importante como la cuestión sexual.

Pregunta: Tú dices que si interrumpimos el sueño despertándonos estamos evitando algo, pero, ¿qué ocurre si el sueño no se interrumpe de esa manera?
Perls: En tal caso no siempre es tan fácil encontrar que es lo que se evita. Por lo regular, cuando uno se permite seguir durmiendo, no está tratando de evitar algún choque terrible, como sucede en un sueño en el que uno se está cayendo y es preciso despertar antes de hacerse pedazos contra el suelo. La evasión es el fundamento habitual de la neurosis, y se basa en una confusión de fantasía y realidad. En la fantasía puedo caerme mil veces, en los sueños puedo matar a cien personas: no es más que fantasía y ellos siguen vivos. Resulta trágico que nos mostremos tan renuentes a imaginar siquiera ciertas situaciones, de manera que persiste este temor a la imaginación, esta mezcla de realidad y fantasía. Nos frenamos de hacer muchas cosas porque imaginamos las cosas horribles que ocurrirán, o bien nos sentimos decepcionados por que la vida color de rosa que esperamos y anhelamos no llega. Todas esas cosas maravillosas. . . vamos a Las Vegas con cinco dólares y volvemos con cien mil; o soñamos que nos hemos convertido en un ser perfecto y maravilloso. Como esto no sucede, sufrimos una desilusión. Nos vedamos utilizar aquello que poseemos o reasimilar aquello que nos hemos des-apropiado.

Permítaseme dar un ejemplo. Una mujer soñó que era viuda y tenía tres hijos, cada uno de ellos con una mano o un brazo artificiales primorosamente labrados, y que iba en búsqueda del mejor de los cirujanos (p. 34) para que hiciera la mejor de las prótesis para sustituir a las manos. ¿Dónde estaba en este caso la evitación, el vacío? Bueno, es obvio. De modo que, en forma muy cruel y brutal, les saqué las prótesis a los niños, que se quedaron sin manos. ¿Dónde estaban las manos? Evidentemente, en la persona que hizo las prótesis. Llegué a saber que esta mujer tenía grandes inclinaciones artísticas y se había dedicado a la escultura durante muchos años, pero luego había perdido esa habilidad. Las prótesis labradas, las aptitudes artísticas, eran una proyección. El déficit, la evitación de la existencia es en este caso la carencia de manos físicas. Elaborando este sueño pude devolverle el uso y la apreciación de sus manos.

Quiero advertirles que deben tener mucho cuidado con los sueños en los que no aparecen seres humanos, y con las personas que nunca sueñan con seres humanos. Si no hay más que muerte, desiertos o edificios, lo más probable es que tengan entre manos un grave caso de psicosis.

También es importante que los pacientes representen los objetos además de las personas que figuran en el sueño. Tengo dos ejemplos preferidos sobre este asunto, que proceden del mismo individuo. En uno de los sueños, deja mi consultorio, cruza la calle hasta el Central Park y toma por el camino para jinetes. Le pido que represente el camino para jinetes y me contesta: «¡Ah, sí! ¿Y voy a dejar que todo el mundo me pisotee?». En otro sueño, deja sobre la escalera su portafolio. Al solicitarle que sea el portafolio, me dice: «Bueno, ahora tengo un grueso escondrijo de cuero. Guardo secretos y se supone que nadie ha de llegar a ellos. Los tengo perfectamente protegidos». ¿Observan cuánto nos está diciendo de sí mismo por medio de esa representación, en la que se identifica con los objetos de sus sueños? También se averiguarán muchas cosas prestando atención al lugar, al escenario en que se monta el sueño. Si un individuo sueña que está en los tribunales sabemos que le preocupa la culpa, la posibilidad de ser acusado, etc; si el sueño se desarrolla en un motel, ya pueden adivinar ustedes cómo es la vida del sujeto.

Cuanto más se abstengan de interferir y de decirle al paciente cómo es o qué es lo que quiere, mayores oportunidades le darán de descubrirse a sí mismo sin ser confundido por los conceptos y proyecciones de ustedes. Y créanme que nunca es fácil diferenciar entre lo que proyectamos y lo que vemos y oímos. Quizá lo mas peligroso para un terapeuta, sea dedicarse al juego de la computadora. Hay pacientes cuya vida consiste en oraciones y computaciones, y si se alimenta su computadora con información y se recibe otra información a cambio, nada sucederá jamás. El juego de la computadora puede continuar años y años.

Recapitulemos: las dos palabras fundamentales que quiero que les que den grabadas son ahora y cómo. La dificultad reside en ser apartado una y otra vez del ahora hacia todo tipo de racionalizaciones, y en argumentar acerca de quién está en lo cierto y quién no lo está. «Mi interpretación es mejor que la suya», «Yo lo sé todo acerca suyo». Existe también el gran peligro del enfoque freudiano: «Esto sucede porque ha sucedido antes». Como si la explicación de una estación de ferrocarril fuera que hay otra antes que ella. Y deben poner sumo cuidado en enseñar a sus pacientes a que diferencien la realidad de sus fantasías, en especial de la fantasía transferencial —según la cual verían en cada uno (p.35) de ustedes una especie de padre o alguien que les puede dar los mejores caramelos—. Ábranles los ojos una vez y otra con respecto a la diferencia entre ese padre y ustedes, hasta que despierten y recobren sus sentidos.

Aun cuando ustedes se muestren compulsivos con respecto al ahora y al cómo, eso no puede hacerle mal a nadie, y la compulsión se diluirá en algo vivo y significativo.

No sabemos cuál será la próxima etapa histórica. Hemos partido de los dioses y hemos llegado a las causas naturales, al proceso. En nuestros días vivimos en la era de los procesos. Estoy seguro que un día se descubrirá que la conciencia es una propiedad del universo —extensión; duración, conciencia—. Ya se están llevando a cabo los primeros experimentos. Dividiendo lombrices en trozos, se ha alimentado con ellos a varias otras lombrices, demostrándose luego que estas conocían lo que habían aprendido las lombrices de la primera generación. Tal vez sea este el primer paso para demostrar que la conciencia es una propiedad de la materia; pero aún no podemos pensar en términos de miles de millones de partes del quantum para medir la conciencia, y la idea de que existan propiedades no mensurables todavía desborda las concepciones de los psicólogos actuales.

La plena identificación con uno mismo puede lograrse si uno está dispuesto a asumir plena responsabilidad —capacidad para responder—* por sí mismo, por sus acciones, sentimientos, pensamientos, y si deja de mezclar responsabilidad con obligación. He aquí otra confusión semántica en psicología. La mayoría de la gente cree que responsabilidad significa «obligarse a algo», pero no es así. Cada cual es responsable por sí mismo únicamente: eso es lo que trato de decirle al paciente de entrada. Si quiere suicidarse, sí quiere volverse loco, es cosa suya. Las madres judías conocen maravillosos procedimientos para manipular a la gente; son expertas en hacerlo sentir a uno culpable, en oprimir los botones de la conciencia moral; pero yo no estoy en este mundo para adecuarme a las expectativas de los demás, ni creo que el mundo deba adaptarse a las mías.

Pregunta: He juntado una serie de cosas que tú has dicho, y me están haciendo sentir incómodo. Si matar para conservar la vida es una ley de la naturaleza, ¿cómo sabemos en qué casos la transgresión es dañina para nosotros mismos, o peligrosa para los demás, o inaceptable para ellos?
Perls: Tú quieres que te dé una receta para conducirte —p. ej., para tomar decisiones—. No lo haré ni puedo hacerlo. Toda decisión debe tomarse según la situación en la que ocurre un suceso. Solo en los últimos tiempos la ciencia ha dejado de ver las cosas por partes y ha reconocido el enfoque total, el enfoque guestáltico. Se les ha enseñado a los alumnos que el organismo consta de un cierto número de arcos reflejos, o que el espíritu está por encima de la materia, o que aquí hay una persona y allí el ambiente... no se les ha dicho que aquí hay una persona que acumuló emociones que necesitan ser descargadas. Creo par (p.36) ticularmente peligrosa la teoría «excremental» de las emociones sostenida por Freud —la de que tenemos un cierto quantum de agresión que es preciso descargar.

Somos parte del universo, no estamos aislados de él. Nosotros y nuestro ambiente somos una sola cosa. No podemos mirar sin algo a lo cual mirar. No podemos respirar sin aire. No podemos vivir sin formar parte de la sociedad. De modo que no podemos concebir al organismo como si fuera capaz de funcionar aislado. Este organismo llamado «Fritz Perls» es una suma viva de procesos, de funciones, y estas funciones se vinculan siempre con algún aspecto del mundo que él posee, ese mundo que tratamos de describir con la palabra ahora. El ahora es el mundo en el que vivimos. Y ese organismo se diferencia de este objeto llamado «silla» por tener en sí mismo una energía que lo hace funcionar. Un motor de automóvil debe incorporar nafta y aire para producir la energía que se libera en la máquina; nosotros, en cambio, debemos procurarnos la energía a partir de los alimentos y del aire. No disponemos de ningún vocablo que designe la energía que creamos. Bergson la llamo élan vital; Freud, libido o instinto de muerte (había para él dos energías); Reich, orgona. Yo la llamo «excitamiento» (excitement) por que el término coincide con el aspecto fisiológico, la excitación (excitation).

El excitamiento suele experimentarse como ritmo, vibración, estremecimiento, calidez. Tampoco este excitamiento se crea por sí mismo sino con referencia al mundo. Estrechamos la mano de una persona y la sentimos cálida: esa persona rebosa efusividad hacia el mundo. Luego estrechamos otra mano: está fría. La persona frígida siempre tiene manos frías. Por supuesto, esta última es implosiva, la anterior, explosiva, expansiva. De manera que siempre se genera cierto excitamiento. Excitamiento == vida == ser. Pero el excitamiento como tal no basta: debe suministrar energía al organismo. Gran parte de él proporcionará energía al sistema motor; una porción menor movilizará los sentidos. Estos son los sistemas por medio de los cuales nos vinculamos con el mundo: el sistema motor de la manipulación, la acción y el manejo de objetos, y el sistema sensorial o sistema de orientación, nuestro modo de ver y sentir.

La naturaleza no es despilfarradora; no crea emociones solo para descargarlas, como quiere la teoría excremental. Las crea como medio para relacionarse, pues hemos sido conformados para hacer frente al mundo con grados variables de intensidad. Cuando estamos airados nos relacionamos de una manera distinta que cuando estamos amables. Creo que el organismo tiene una inteligencia o discernimiento que diferencia estas energías básicas según las distintas tareas y funciones. Por el momento la denomino diferenciación hormonal. Aparentemente, al excitamiento se le añade alguna otra sustancia — la adrenalina en el caso de la ira, o las hormonas sexuales en el caso de los afectos libidinosos—; en consecuencia, aquel varía de acuerdo con la situación. Cuando dormimos, necesitamos menos excitamiento, y nuestro metabolismo disminuye. En situaciones de emergencia puede haber bruscos aumentos del excitamiento. Ustedes saben muy bien cuánta energía, cuánta violencia es capaz de descargar un individuo durante un ataque. Hablamos de la (p.37) fuerza sobrehumana que puede tener una persona si se siente involucrada en su experiencia, si se entrega a ella con toda su personalidad. Por ende, el excitamiento elige especialmente la actividad motora como vía de salida porque los músculos nos vinculan con el ambiente. Habrán visto que en la mayoría de los acontecimientos afectivos, la emoción se transforma en movimiento. No hay sexo sin ritmo y movimientos sexuales; no hay aflicción profunda sin que el diafragma comience a sacudirse y salten las lágrimas; no hay alegría sin deseos de bailar. Así que todo el excitamiento necesario para crear y para hacer frente a la situación proviene del organismo, y no hay excitamiento innecesario. Cuando se alude a acciones que podrían ser inaceptables para la sociedad, tenemos el impase. ¿Qué eligen: mostrarse hostiles a dicha sociedad, o pasar a formar parte de ella, identificándose con ella y aceptando someterse a ella?

Comentario: Eso es lo que me tiene colgado.
Perls: Es el problema existencial que tenemos casi todos. Y cuanto más enferma es la sociedad, mayor el problema. La sociedad norteamericana deshumaniza a la gente, convirtiéndola en un conjunto de peleles carentes de emociones; y la persona carente de emociones se asemejará a las máquinas. No vivimos para el ser humano. Estoy seguro de que el setenta por ciento, por lo menos, de los norteamericanos están empleados en la fabricación y atención de máquinas. Así pues, si se transgrede la ley de las máquinas, estas devolverán el golpe asestándolo sobre aquellos que están a su servicio. El impase sólo puede resolverse encontrando un camino aceptable para el individuo y la sociedad.
Por ejemplo, yo estoy haciendo algo contrario a la sociedad que acabo de describir. He introducido un caballo de Troya —el alma humana— en esa sociedad, pese a lo cual se me paga por ello. No lo hago porque sea un reformador o un filántropo, sino porque gozo al hacerlo, porque me siento vivo haciéndolo. Confío en que no esperarán que les proporcione una receta para vivir. Todo lo que puedo decirles es que el modo neurótico de vida es muy antieconómico: constituye un desperdicio tan grande de tiempo, de energía, de la propia existencia . . .
Comentario: Yo puedo aceptar mis acciones y las consecuencias que ellas acarrean para mí, pero no vivo solo. Mi vida está ligada a los demás, en especial a mi familia. No tengo derecho a aceptar las consecuencias que puedan acarrearles a ellos. Únicamente ellos pueden hacerlo.
Perls: Discrepo con esa frase, «no tengo derecho». Este no es un problema legal. «No tengo derecho» suena a algo dicho por el opresor (top-dog). Lo que yo quiero decir con respecto al excitamiento es que el implícito en nuestro modo de vida, como tal, nada tiene que ver con la sociedad. Es la manera como regulamos nuestra vida. Si uno de ustedes decide que le gusta la sociedad y se identifica con ella convirtiéndose en un ciudadano bien adaptado, se trata de su elección existencial. Si, en cambio, decide permanecer fuera de esa sociedad, no por ello es necesariamente destructivo.
Comentario: Estás sacando a relucir mi codicia, porque quiero ambas cosas. (p.38)

Perls: De modo que quieres ambas cosas. Y me reprochas como si fueras una mala persona porque quieres ambas. Así eres tú. Quieres comerlo y guardarlo. Cada uno desempeña el papel que desempeña; cada uno es lo que es. Nadie puede, en un momento dado, ser distinto de lo que es en ese momento. Si alguien viene a quejárseme de que su rol es menospreciado y no le gusta, puedo demostrarle que está jugando al juego del menosprecio. Puede optar entre jugar al opresor con otra persona y menospreciarla a ella, o bien menospreciarse a sí mismo. Si este último es el rol que quiere representar, bien está. Si quiere jugar a la inversa mostrándose ofensivo y menospreciando a otros, bien está. O tal vez le disguste cierta gente y la desvalorice ante los demás, y eso le haga sentirse bien. En otras palabras; todo lo que puedo hacer es, quizá, ayudar a la gente a reorganizarse, a funcionar mejor, a gozar más de la vida, a sentirse —y esto es muy importante— a sentirse más real. ¿Qué más quieren? La vida no es toda color de rosa. (P.39)

FIN DE LA TERCER CONFERENCIA



[1] Transcripción de las charlas pronunciadas por el autor en el Laboratorio de Terapia Guestáltica de Atlanta, en 1966.

* La palabra inglesa responsability puede descomponerse en responsability = capacidad para responder. (N.del T.)

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